Artículo escrito por Melvin Mañón
INSOUCIANT
Por: Melvin Mañón
Hace ya muchos años que la prensa
dominicana dejó de denunciar los abusos y crímenes de un gobierno, empresa o
entidad y se convirtió en cómplice de estos por la via de omisión,
encubrimiento mutuo o franca desinformación. Igual aconteció en casi todas
partes del mundo aunque no en igual medida. Emisoras, periódicos y canales de
TV por igual trivializan asuntos serios, distorsionan intencionalmente temas espinosos,
fomentan la chercha interminable, la banalización erotizada y se congratulan
entre si de cuan astutos, sabios y aprovechados han sido. Esta metamorfosis de
la prensa es al cuerpo social moderno igual o muy parecida al efecto que
produjo en nuestras generaciones la supresión del griego y del latín en la
educación. Antes como ahora, están equivocados y no lo saben.
Casi lo único que no se ha globalizado en
la economía dominicana es precisamente la propiedad de los medios de
comunicación. ¿Por y para qué? Para ser usados como medio e instrumento de
poder político y social. Nunca fue un asunto de rentabilidad económica sino de
posicionamiento. Aparentemente ha funcionado muy bien. Pero están equivocados.
A medida que los dueños de medios
empezaron a utilizarlos para los fines ya descritos, todo el ejercicio del
periodismo sufrió una transformación profunda y fatal que privó a la sociedad
de orientadores y comunicadores y la entregó a manos de charlatanes que se han
enriquecido cobrando a manos llenas, a veces por decir lo que alguien quiere y
con mayor frecuencia para callar lo que otro no quiere que se diga. Toda la
falta de contenido derivada de esta práctica fue llenada con basura, chismes, halagos
y flatulencias literarias. Con esto, muchos se han enriquecido y muchísimos mas
se han embrutecido.
El sistema político que vivía su propia
degeneración, en compleja sinergia con la situación de los medios, apuró el
ritmo y a la vez se nutrió extensamente del proceso. Entre sistema político y
prensa se ha tejido un entramado de intereses, complicidades bochornosas y
ausencias que, a no dudarlo, precipitaron la bancarrota de la nación dominicana
y no han dejado institución ni poder público a salvo. Iglesia, justicia,
policía, prensa, familia, partidos, etc. todo está en crisis, todo sin
credibilidad y casi todos pretendiendo que no es así.
Al abdicar su papel en busca de ventajas
transitorias y coyunturales los dueños de medios y una legión de periodistas
favorecieron y de hecho apresuraron el proceso de deconstrucción de la nación
dominicana o lo que fuera que hubiera de
esta.. Ahora entre sicarios, locos, estúpidos, cobardes y charlatanes la
situación es que todos, ricos y pobres nos hemos quedado sin país. El que
teníamos no existe.
Un hombre indignado, refiriéndose a la
desastrosa situación en que se encuentra el país y comparándola con el
desempeño de la prensa le decía a un amigo el sábado 10 de mayo: “este es un
gobierno de periódicos”. Me pareció muy buena, acertada y justa la frase y me
hizo recordar hace algunos años la expresión de un coronel que, en mi presencia
escuchaba impávido un informe del entonces secretario técnico de la presidencia
consignando lo bien que, según el, estaban las cosas: “Será en su casa” estalló
aquel hombre.
Todos nos hemos quedado sin país y todos
tenemos algo de culpa en ello; algunos por perversidad y otros por
incompetencia o negligencia, pero no se crean los ricos que les irá mejor. Todo
lo que no se ha hecho en este país se hará. Todo el orden y la justicia que no
seamos capaces de instrumentar nosotros vendrá de cualquier manera y habremos
de someternos a ello. No es una amenaza y si lo fuera tampoco sería en vano.
Los dueños de medios de comunicación de este país
cavan su propia tumba aunque es justo decirlo, no están solos en tan fúnebre
labor. Sus medios, y la independencia de la que habrán de presumir mas adelante
es indefendible e insostenible. Por ahora, pueden
aplastar nombres, reputaciones, verdades
y hechos y lo hacen, pero, mas adelante serán a su vez aplastados aunque no se
lo crean ahora y eso, mucho antes que yo, ya lo había establecido J.K.
Galbraith en su libro “La Cultura de la Satisfacción”. Cabe empero recordarle a nuestros empresarios, sobre todo a los más exitosos:
aquí y en el extranjero son millonarios pero solamente son don fulano. En cualquier
otro país del mundo son solamente un millonario mas y nadie le dispensará las
cortesías y consideraciones especiales que en este, su antiguo país todavía
disfrutan. Cuando tengan que, por inseguridad personal, jurídica o financiera
irse, también ellos habrán fracasado porque también ellos se quedaron sin país.
Esa prensa que, con el gobierno, los
empresarios y la fauna política dice y proclama que todo está bien ha llegado a
creérselo. Las apariencias sustituyen la sustancia. Todo es forma y nada es
contenido. Todos viven la misma mentira. Nadie le hará caso a esto que digo. Y
lo se, pero que nadie alegue después que no se lo dijeron.