Moisés Alou soñó con ser un gran estudiante
… pero tuvo que jugar béisbol para mantener beca universitaria en EEUU
William Aish
Santo Domingo
Aun cuando viene de una familia netamente
beisbolera, el actual gerente general de los Leones del Escogido, Moisés
Alou (Rojas Beltré), nunca pensó llegar a jugar béisbol profesional,
ya que este deporte lo jugaba solo por hobbie y por su mente siempre
pasó hacer una carrera universitaria.
Moisés, quien nació en
Atlanta, Georgia, el 3 de julio de 1966, ha sido un deportista a carta
cabal desde muy joven. Siendo un mozalbete, jugó varios deportes
principalmente baloncesto y béisbol, también jugó mucho en las calles
dominicanas “vitilla y la plaquita”, entre sus preferidos. Además,
siempre ha sido un aficionado a los caballos.
Alou comenzó a
jugar béisbol infantil en la Liga Manuel Mota, a la que asistía de
manera esporádica, ya que nunca tuvo ese amor por el deporte que
posteriormente le ha dado todo, el béisbol.
Luego de estudiar en
la primaria en el Colegio San Judas Tadeo, donde jugó mucho baloncesto, y
guardarse de bachillerato técnico en el país, Moisés viaja a Estados
Unidos donde consigue una beca de estudio. A pesar de ser un buen
estudiante desde muy joven y de soñar terminar una carrera
universitaria, agotó algo más de un año en Junior College.
Pero
para sorpresa de él tenía que seguir practicando béisbol, ya que debía
hacer el equipo de la universidad para mantener su beca.
A los 17
años, una edad tarde en estos tiempos, es cuando decide ponerle empeño
al deporte del bate y la pelota, porque con el pasar de los tiempos los
scouts veían grandes cualidades en él.
Tres años más tarde, a los
20 precisamente, fue firmado por los Piratas de Pittsburg por 75 mil
dólares, luego de ser escogido segundo pick de la primera ronda del
draft de los Estados Unidos de 1986. (En esos años se hacían dos
ediciones del draft, la tradicional de junio y otra en enero para los
peloteros que no fueron escogidos en la primera. Moisés fue favorecido
en la segunda).
“Llego al béisbol por accidente, porque nunca fue
mi meta ser un jugador profesional a pesar de que yo vengo de una
familia de beisbolistas. Yo quería estudiar y para mantener la beca yo
debía jugar bien para hacer el equipo de la universidad”, expresó Alou,
con voz pasiva, al ser entrevistado en el programa dominical La Semana
Deportiva, donde contó parte de su historia como deportista.
“Para
ese entonces varios scouts me vieron y tomaron valoración de mi trabajo
y posteriormente fui escogido por los Piratas”, adujo. “Ya cuando firmé
cambié de pensar y me puse de lleno a jugar, quería llegar a Grandes
Ligas, y gracias a Dios 4 años más tarde lo logré”.
Moisés subió a
Grandes Ligas para julio de 1990. Fue un partido de esos donde el juego
está de un solo lado; ahí llegó su primer turno contra Terry
Mulholland, pitcher zurdo, de Filadelfia en ese entonces.
“El
juego estaba 9-0 y yo sabía que me iban a llamar. Luego de que Barry
Bonds tomara uno de sus turnos Jim Leyland me mandó a jugar defensa por
él. En mi primer turno di un rodado al short ”, dijo.
Entre risas narró que el primer fly que capturó fue el que más duró en el aire, debido a que estaba lleno de nervios.
Un
mes después Moisés fue cambiado al equipo de los Expos de Montreal,
donde jugó por siete años. Para ese entonces su padre, Felipe Alou, era
dirigente de un equipo de Clase A de la organización. Sin embargo, padre
e hijo se unen más adelante.
Para 1990 jugó solo 14 partidos con
su nuevo equipo, luego recesó todo el 1991 debido a una lesión. Desde
ahí arrancó la carrera de consistente, gran remolcador, aunque muy
lesionable.
Moisés, quien bateó para .303 en las mayores, fue un
jugador difícil de ponchar. Se ponchó 894 veces y tomó 737 bases por
bolas. “Yo siempre fui un bateador agresivo, ya que tomaba siempre el
primer pitcheo y por eso no me ponchaba mucho, era difícil que un
pitcher me metiera en un conteo profundo”, sostuvo.
Aparte del
buen promedio, Alou terminó con 332 jonrones y 1,287 carreras
remolcadas, en 17 años en las mayores, pero tuvo muchas limitaciones de
juego gracias a las lesiones. Además conectó 2,134 hits, 421 dobles, y
en tres ocasiones terminó con 30 o más para la calle. En el 1998 terminó
tercero en las votaciones al Jugador Más Valioso de la Liga Nacional.
Moisés
fue electo al Juego de Estrellas en seis ocasiones, ganó el bate de
plata dos veces, fue campeón en 1997, y jugó para los Piratas, Montreal
(hoy Nacionales), Marlins de la Florida, Houston, San Francisco y los
Mets de New York, equipo con el cual jugó sus últimos dos años en las
mayores.
Sus grandes números, tanto en Grandes Ligas como en la
Liga Dominicana, donde jugó desde el 1989 hasta 1993, para las Águilas
Cibaeñas, siendo el 1990 el único año con el Escogido como refuerzo para
la Serie del Caribe, con Felipe como dirigente de ese equipo, lo
llevaron a ser elegido al Salón de la Fama del Béisbol Latino, el año
pasado.
Pero este hombre recto y firme al hablar del que muchos
dicen es muy respetado por los jugadores del Escogido, no solo ha sido
exitoso como jugador, su nueva faceta de gerente lo ha llevado al
peldaño más alto. Fue el encargado de estructurar el equipo dominicano
que ganó el Clásico Mundial de Béisbol del 2013, además de ganar tres
campeonatos con el Escogido.
Asimismo, Moisés será exaltado al
Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano este próximo domingo 19 ,
distinción que valora. “Con muchísimo orgullo recibo la noticia de
entrar al Pabellón de la fama del Deporte Dominicano”.
“Estar
dentro con grandes figuras que han tenido grandes carreras y de ser un
miembro más de la familia Alou que entra a la inmortalidad, es algo que
uno nunca piensa cuando uno esta joven y juega por divertirse, y pensar
que yo jugaba pelota cerca de donde será celebrada la ceremonia”, adujo.
Felipe, su padre, Mateo y Jesús Alou, sus tíos, también ocupan un lugar en el nicho de los inmortales dominicanos.
Moisés
estuvo en la boleta de Cooperstown el año pasado, donde solo sacó 1.1
por ciento de los votos emitidos, lo que lo saca de la misma. Para
mantenerse en la boleta hay que sacar al menos el cinco por ciento de
los votos, y para entrar más del 75.
“No me hace sentir nada mal
que fui sacado de la boleta de Cooperstown, me siento bien porque fui
elegido en mi país. Jugaba pelota solo por divertirme y nunca pensé en
eso, aunque me sorprendió mucho que fui sacado de la boleta muy rápido”,
expresó.
“Creo que mis números merecían consideración para por lo
menos estar un par de años más en la boleta, pero ustedes saben que en
la época que yo jugué muchos peloteros pusieron grandes números”, dijo.
El pedido de su padre
Tras
finalizada la temporada pasada, Moisés había comentado que existía la
posibilidad de dejar el puesto de gerente del Escogido, mismo que
ostenta desde 2009, sin embargo una voz le pidió que “por favor” siga en
el cargo, la cual él no podía decirle que no.
“Fue en la
ceremonia del Salón de la Fama Latino cuando mi padre antes de
entregarme el reconocimiento me pide que por favor no deje mi cargo en
el Escogido, imagínense ustedes como yo le digo que no a mi padre, esa
misma noche decidí seguir en mi puesto, hecho del cual no me arrepiento,
ya que esto lo hago con mucho amor y entusiasmo”, expresó.
Moisés,
el muchacho que su madre le ordenaba fregar y trapear los sábados y que
con mucho agrado hacía cuando era un niño y quien toda su vida ha
vivido en la calle Rafael Hernández, del Naco, aconsejó a los jóvenes
que estuvieron en el estudio del programa La Semana Deportiva.
“Jugar
con amor, el béisbol es para divertirse, alimentarse bien, descansar y
estudiar. Jugar por amor al juego, no jugar para ser firmado, sino para
jugar y divertirse, es la mejor manera de desarrollarse”, declaró, a los
niños de la Liga Mercedes, presentes en el programa, y quienes
cuestionaron a Moisés sobre su vida y el deporte.