Pedro Martínez es exaltado en una fecha de gran regocijo en Dominicana, como el Día de los Padres

Como si la mano de Dios haya bendecido e iluminado su
exaltación a Cooperstown, los dos principales momentos de Pedro
Martínez vistiendo el traje de inmortal fueron en días de gran regocijo
para la República Dominicana.

Primero, cuando recibió la llamada que lo aseguraba en el gran templo
la misma se produjo el 6 de enero Día de Reyes, donde los niños
festejan el regalo de sus juguetes, mientras que este domingo, en la
fecha de su exaltación se conmemora el Día de los Padres.

“Al parecer Dios me sigue guiando por los mejores caminos, pues
recibí estas dos gratas noticias en fechas de gran regocijo para la
República Dominicana”, expresó Martínez durante su exaltación definitiva
a la inmortalidad de Cooperstown.

“Hoy es una fecha de fiesta en mi país, por dos razones, primero se
celebra el Día de los Padres y también he sido exaltado al Salón de la
Fama y esto tiene una doble celebración”, señaló el ya inmortal en su
discurso de unos 35 minutos, el cual compartió entre inglés y español.

Aunque la primera parte de su discurso se produjo en inglés, al
inicio de su intervención saludó con un hola, hola como dejando saber
que el mismo tendría su espacio para lo jocoso, como de esta manera
aconteció, pues a la efectividad que siempre mostró en su carrera agregó
esta parte alegre que llevó a las Mayores desde que era un novato,
quien apenas había firmado con los Dodgers de los Angeles. A punto de terminar su discurso y ante miles de compatriotas que
llegaron para vitorearlo, Pedro Martínez rompió el protocolo en su
ceremonia de exaltación al Salón de la Fama del béisbol.

Acostumbrado a hacerlo todo a su manera, el ex pitcher llamó al podio
a Juan Marichal, el primer y único otro dominicano en ingresar a
Cooperstown, y quien estaba sentado entre los otros miembros de la
exclusiva fraternidad. Martínez sacó una bandera de la República
Dominicana y ambos la desplegaron en la tarima, mientras una multitud
bailaba y festejaba al ritmo de güiras y tambores.

Martínez no entró solo el domingo al Salón de la Fama. Ingresó con todo un país donde el béisbol es la religión oficial.

“Quiero que ustedes de aquí en adelante no vean al Pedro Martínez que
consiguió los números, no quiero que vean al Pedro Martínez que entró
al Salón de la Fama”, dijo Martínez. “Quiero que me vean como una señal
de esperanza para un país tercermundista, para Latinoamérica, alguien a
quien pueden admirar y que se puedan sentir cómodos diciendo, ‘estoy
orgulloso de ti”’.

“Este es un gran sitio para nosotros decir, ‘queremos una República
Dominicana más digna, una República Dominicana más comprometida”’.

Vestido con un saco azul con los escudos de República Dominicana y
Estados Unidos en cada hombro, Martínez empezó su discurso en inglés con
agradecimientos a compañeros, entrenadores, amigos, familiares y
especialmente a su hermano Ramón, otro ex lanzador de Grandes Ligas y a
quien catalogó como un “segundo padre”.

La exaltación de Martínez fue como pocas vistas anteriormente en
Cooperstown. Miles de dominicanos viajaron desde la isla caribeña, Nueva
York y Massachusetts para llenar de música y color el ambiente de este
pequeño pueblo. Después de hablar en inglés, el ex pelotero de 43 años
cambió a español para dirigirse a sus fieles seguidores, que llevaban
horas bajo el sol esperando por ver al que conocen simplemente como
“Pedro”.

“Yo me siento hoy más que orgulloso y comprometido con todos ustedes,
me siento muy agradecido con Dios por darme la oportunidad de
representarlos, de representarlos con dignidad”, expresó. “Yo quiero que
todo dominicano, todo latino vea que nosotros estamos preparando un
espacio para los que van a venir, para la futura generación”.

“Nosotros los dominicanos no hemos tenido este chance muy a menudo.
Este es el chance para nosotros dar gracia a Dios por lo que tenemos,
por lo que seremos, por lo que conseguiremos”.

Martínez, ganador de tres premios Cy Young (1997, 99-00) es apenas el
segundo dominicano en Cooperstown después de Marichal, exaltado en
1983.

En medio de la algarabía, Martínez no dejó pasar la oportunidad para
sacarse la espina de 2002, año en el que terminó segundo en la votación
al Cy Young de la Liga Americana. Esa temporada, el derecho tuvo marca
de 20-4 y fue líder de la Liga Americana en porcentaje de triunfos
(.833), efectividad (2.26) y ponches (239) en 199.1 innings.

El premio fue otorgado a Barry Zito, pitcher de los Atléticos de
Oakland que sólo lo superaba en victorias (23) e innings lanzados
(229.1).

“En 2002 no me dieron el Cy Young supuestamente porque me perdí una
salida”, recordó, en referencia a la última apertura de esa temporada
que Martínez no realizó. Dijo que prefirió cederle su turno en la
rotación al novato Josh Hancock en honor a su hermano menor Jesús, quien
al igual que Pedro y Ramón fue lanzador pero no llegó a las mayores.

“Jesús no está en los libros de récords porque la organización con la
que jugaba no le dio esa oportunidad”, dijo. “Esa fue la razón
principal por la que le di esa salida a Josh Hancock”.

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