El Salvador elige presidente entre un exguerrillero y un exalcalde

Un exguerrillero que puede ser presidente por primera
vez en la historia del país, crisis en el partido que gobernó durante
décadas, y polémica por una tregua entre pandillas que no detiene la
violencia.
Son algunos ingredientes de la segunda vuelta en el proceso para elegir presidente en El Salvador, que se realiza este domingo.
En la primera votación, el pasado 2 de febrero, el oficialista Frente
Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) ganó la elección con el
48,9% de los sufragios, insuficientes para evitar la segunda vuelta
electoral.

Quienes buscan la presidencia salvadoreña son
Salvador Sánchez Cerén, del FMLN, y Norman Quijano postulado por la
Alianza Republicana Nacionalista (Arena). El tercer candidato en la
primera votación, Antonio Saca de la coalición de partidos Movimiento
Unidad, quedó fuera de la contienda.

Desde febrero se añadieron varios elementos al
proceso aunque las condiciones del país son las mismas. Y a partir del
10 de marzo el nuevo presidente enfrentará la realidad salvadoreña, le
dice a BBC Mundo el analista Roberto Cañas.

“El candidato que gane va a encontrar una serie
de problemas que estuvieron escondidos debajo de la alfombra durante la
campaña, y que los va a enfrentar casi inmediatamente después que gane
la elección. La luna de miel va a ser muy corta”, advierte.

BBC Mundo le ofrece algunas claves de la segunda vuelta electoral en El Salvador.
Desde 1992, cuando se firmaron los Acuerdos de Paz de Chapultepec y
se convirtió en partido político, el FMLN ha postulado a tres
excomandantes guerrilleros: Facundo Guardado en 1999, Schafick Handal en
los comicios de 2004 y ahora, Sánchez Cerén.

En las dos primeras contiendas el partido de
izquierda fue derrotado pero ahora el panorama luce muy distinto, pues
en la primera vuelta el Frente Farabundo obtuvo 48,9% de los votos
contra 38,9% de Arena.

Las últimas encuestas señalan que la diferencia
aún se mantiene, lo que ubica al FMLN ante la posibilidad no sólo de ser
reelegido sino que por primera vez en la historia El Salvador puede ser
gobernado por un exguerrillero.

¿Por qué? Por tres razones, coinciden
especialistas: los programas sociales del actual gobierno le dieron
popularidad al FMLN; la campaña del partido fue bien organizada, y
durante meses el presidente Mauricio Funes encabezó una ofensiva
mediática contra Arena, que además enfrenta una crisis interna.
El pasado guerrillero de Sánchez Cerén y su partido no pareció
importar a muchos electores, y una muestra es que las campañas para
compararlos con el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez o
vincularlos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),
no dieron resultado.

Un artículo de Linda Garret, analista principal
sobre políticas en El Salvador del Centro para la Democracia en las
Américas (CDA) ofrece una explicación al fenómeno.

“Es probable que los resultados muestren que la
administración de centroizquierda de la fórmula Funes/FMLN pudo
establecer una cómoda transición de la derecha hacia la izquierda en el
país”, escribió.
Desde enero fue evidente que Arena enfrentaba una severa crisis
interna: el expresidente Francisco Flores, director de campaña del
candidato Norman Quijano, fue acusado de quedarse con US$10 millones que
el gobierno de Taiwán entregó a El Salvador.

Flores compareció ante una comisión legislativa y luego huyó. Hasta ahora no se conoce su paradero.
En las últimas semanas de la primera campaña electoral, el
expresidente fue un objetivo del FMLN y la estrategia tuvo buenos
resultados, señala Roy Campos, director de la consultora de opinión
pública Mitofsky. “El golpe fue letal en el atributo de honestidad que
intentaba transmitir Arena”, explica.

Después del 2 de febrero se conoció el impacto
del problema en el resultado final. Algunos líderes del partido como
Jorge Velado, Roberto Ávila y Gloria Salguero culparon al expresidente
de causar la desventaja de 10% con que perdieron la primera vuelta de
los comicios.

Y en su análisis también responsabilizaron al
candidato Norman Quijano por negarse a separar a tiempo de su campaña al
expresidente Flores.

Las consecuencias del escándalo todavía no se
disipan, insisten analistas, y un ejemplo es que el 6 de febrero, menos
de una semana después de la primera vuelta electoral, los productores de
café firmaron con el FMLN y otros partidos el Pacto Nacional por la
Caficultura para fomentar la producción del grano.
Uno de los promotores del acuerdo fue Antonio Salaverría,
expresidente de Arena, el partido al que tradicionalmente han apoyado
los cafetaleros. Cuando algunos periodistas preguntaron por qué el pacto
con un movimiento de izquierda el político respondió:

“Se puede negociar con el FMLN y con todos, y yo soy un fiel creyente de eso”.
Durante décadas las pandillas Mara Salvatrucha 13 (MS-13) y la Barrio
18 sostuvieron una guerra a muerte. Pero a mediados de 2012 por
intermediación del obispo Fabio Colindres y el exguerrillero Raúl
Mijango los grupos acordaron una tregua que pronto tuvo resultados: el
índice de homicidios en El Salvador bajó abruptamente de 15 por día a 6.

Desde su inicio el pacto está envuelto en la
polémica pues algunos han dicho que el gobierno de Funes autorizó el
acuerdo que implicó, por ejemplo, que los “macizos” (líderes) de las
pandillas que estaban detenidos cumplieran sus sentencias en prisiones
de mediana seguridad.

Las autoridades salvadoreñas negaron su
participación en la tregua pero el tema ha sido uno de los ejes
centrales en la contienda presidencial. Incluso el candidato de Arena,
Norman Quijano, propuso incorporar a militares para combatir a las
pandillas.

Algunos especialistas dicen que la propuesta de
mano dura de la Alianza Republicana resultó contraproducente, pero más
allá de los resultados electorales lo cierto es que no cesa la violencia
en El Salvador, afirma el analista Roberto Cañas.

Y es que el problema va más allá de las
pandillas. En el país, como en otros de Centroamérica, la criminalidad
se asocia también al tráfico de drogas, lavado de dinero y la
marginación económica.

El tema no se abordó en la contienda electoral.
“Parecía que en El Salvador lo único que pasaba es que disminuyen o
aumentan los homicidios, y eso no es totalmente cierto”, insiste el
analista.

Es uno de los elementos centrales en la votación
de este domingo, coinciden especialistas: quien gane debe abordar el
problema de la seguridad de forma integral y no sólo a partir de la
violencia generada por las pandillas formadas, esencialmente, por
jóvenes sin oportunidades de empleo y educación.

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