¿Repiten las autodefensas de México los errores de las colombianas?

Fue un colofón impresionante: El sábado 8 de febrero,
las Autodefensas de Michoacán cumplieron su promesa de ingresar a la
ciudad de Apatzingán, fortín del Cartel de los Caballeros Templarios,
sus jurados enemigos.
En exactamente un año desde su creación, los
“comunitarios” -como también se les conoce- ocuparon al menos once
municipios -y decenas de pequeñas poblaciones- en una maniobra
envolvente sobre Apatzingán. Luego de eso fueron “legalizadas” por el
gobierno y bajo ese nuevo estatus ingresaron a la ciudad.
Según dijo ese día a los medios de comunicación Hipólito Mora, uno de
los principales comandantes, entraron sin armas, acompañados por el
Ejército y la Policía Federal, atendiendo la invitación de un sacerdote
local.

Sólo un mes después, el cartel de los Caballeros
Templarios parece más golpeado que nunca. Uno de sus principales
líderes y fundadores, Nazario Moreno, alias “El Chayo” o “El más loco”
fue dado de baja y los otros capos, como Servando Gomez “La Tuta”, se
encuentran en retirada.

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Lea: Nazario Moreno, el narco que murió dos veces

Sin embargo, también empiezan a aparecen las
primeras fracturas serias entre los diferentes grupos que conforman las
autodefensas.

A principios de esta semana, desde Michoacán se
reportó que Hipólito Mora debió abandonar la región por diferencias con
Simón “El Americano”, otro de los comandantes de los “comunitarios”.

Y la madrugada de este miércoles las autoridades
confirmaron la detención de Mora, de quien se sospecha participó en el
asesinato de dos ex integrantes de los Caballeros Templarios que se
unieron a las autodefensas.

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Lea: Detienen a líder y fundador de las autodefensas

Indicadores
Es una historia conocida en Colombia, donde las
Autodefensas Unidas terminaron en una lucha literalmente fratricida:
Vicente Castaño ordenó el asesinato de su propio hermano, Carlos, uno de
los más conocidos líderes paramilitares.

Una de las metáforas más socorridas en México en los últimos años es la “colombianización” del país.

La comparación se ha utilizado sobre todo para hablar de narcotráfico, pero en este caso también sirve con el “paramilitarismo”.
Y la pregunta muchas veces es la misma: ¿está México repitiendo el
proceso por el que pasó Colombia en los años ’80 y ’90 del siglo pasado?

Hace dos años, el investigador y profesor
colombiano Carlos Mario Medina Gallego estuvo en México en un seminario
titulado “Colombianización de México, mexicanización de Colombia”.

Medina Gallego forma parte de la generación de
académicos que en Colombia se conoce como los “violentólogos”, expertos
en el conflicto que asedia al país desde hace más de 40 años. Este
profesor de la Universidad Nacional ha historiado el fenómeno del
paramilitarismo desde su nacimiento, en los años ’80.

Su entrevista con BBC Mundo empieza con una
advertencia: “No es bueno que se superpongan experiencias y se diga que
lo que está pasando en México es igual a lo de Colombia, así haya
similitudes. Tambien hay significativas diferencias”(*).

Sin embargo, agrega que en estos momentos “el
fenómeno está surgiendo. Está definiendo su naturaleza y la lógica de su
comportamiento”. Y algunos de los “indicadores” que observa le
recuerdan lo que ocurrió en la segunda mitad de los años ’80 en Puerto
Boyacá, Colombia, cuna del moderno paramilitarismo en Colombia.
“El proceso allá está emergiendo en las mismas lógicas de aquí: una
alianza entre campesinos, hacendados, comerciantes, gentes de bien,
funcionarios, promoviendo grupos de autodefensa en connivencia
-reconocida o no- con la fuerza pública”.

Pero hay una gran diferencia: en Colombia
surgieron como fuerza contrainsurgente. En Michoacán, contra el Cartel
de los Caballeros Templarios.

En Colombia, empero, el narcotráfico también ha
sido uno de los grandes actores de las últimas décadas. Y su
intervención en el caso de las autodefensas fue clave para lo que
ocurrió después.

“El narcotráfico entró, cooptó las autodefensas,
las cambió en narco-paramilitares, las entrenó y las puso puso a
funcionar en términos de la economía del narcotráfico”, recuerda el
profesor Medina Gallego.

¿Ha penetrado el narcotráfico a las autodefensas de Michoacán?

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Lea: Viaje al centro de la guerra en Michoacán

Sospechas
Servando Gómez Martínez, alias “La Tuta”, el
antiguo profesor de primaria que lidera a los Caballeros Templarios, ha
dicho que los “comunitarios” cuentan con el respaldo del Cartel Jalisco
Nueva Generación, una versión que ha tenido alguna acogida.

Hace poco, en una reunión entre autodefensas y
Alfredo Castillo -el super delegado de la presidencia para Michoacán- se
denunció la presencia de Juan José Farías, alias “El Abuelo”, quien
estuvo en prisión. En 2009 fue vinculado por el ejército y la
Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía) con carteles de la
droga.
Los líderes de las autodefensas lo reconocieron como uno de los suyos
y Farías dijo que todo fue un montaje en su contra. Sin embargo, según
informan diferentes medios, la PGR ha solicitado de nuevo su detención.

Este semana, antes de ser arrestado, Hipólito
Mora habló sobre presuntos vínculos de Simón “El Americano” (se le
conoce así porque vivió en Estados Unidos) con el crimen organizado.

Como sea, uno de los peligros que se advierten
desde Colombia es que, al ser desplazados los Caballeros Templarios,
alguno de los grupos o personas que conforman las autodefensas -que no
es un movimiento monolítico- entren a reemplazarlos pues ya conocen sus
rutas y sus métodos.

Apoyo a la izquierda
Una de las diferencias más visibles entre lo que
pasa en México y en Colombia con el tema de las autodefensas es que en
el país norteamericano algunos sectores de izquierda las apoyan. Algo
impensable en Colombia, donde formaron parte de un proyecto de la
ultraderecha.

El reconocido columnista y profesor
universitario mexicano John Ackerman, aunque dice que no está “a favor
de nadie en particular”, sí le parece interesante lo que está ocurriendo
en estados como Michoacán o Guerrero: un proceso desde las bases, lo
cual cree que puede ser positivo para la democracia.

“Lo que digo es que la situación en las
comunidades es real. Hay un descontento real desde los mismo pueblos que
están reconociendo que el gobierno no puede resolver sus problemas y
que necesitan de prácticas de autogestión. El resto es hasta dónde sea
la autogestión lo que predomine o que las autodefensas vayan a fin de
cuentas sólo a servir a las policías locales y federales”.
Y agrega: “esa es la diferencia entre Colombia y México. En Colombia
las autodefensas fueron directamente creadas por el gobierno con una
finalidad política, antipopular, de entrada. Aquí es un poco más
complejo porque la mayor parte de la corrupción del narcotráfico no está
de lado de la sociedad sino de las instituciones”.

Ackerman, sin embargo, aclara que las acciones
de las últimas semanas de las autodefensas -de hecho, desde que fueron
“legitimadas” por el gobierno- le generan dudas sobre los compromisos
reales de estos grupos.

Víctimas
El 25 de agosto de 1987, en las calles de
Medellín, Colombia, fue asesinado el abogado y defensor de los derechos
humanos, Héctor Abad Gómez. Una foto publicada al día siguiente por los
periódicos de esa ciudad muestra su cuerpo cubierto por un sábana. A su
lado, sentado sobre el pavimento, se encuentra su hijo, también llamado
Héctor.

Veintiséis años después, Héctor Abad hijo se ha
convertido en uno de los más reconocidos escritores colombianos. Su
libro más destacado es “El Olvido que Seremos” una memoria sobre su
padre, asesinado por los paramilitares. El mes pasado, a pedido del New
York Times, escribió un artículo en el que, basado en la experiencia de
su país y en la suya personal, advierte sobre los peligros de fomentar y
apoyar grupos de autodefensa.

El título del artículo refleja a la perfección su contenido: “Mexico’s illusory cure”.
En él, el escritor colombiano advierte a los mexicanos cómo los grupos
de autodefensa colombianos se salieron de madre y terminaron aplicando
los mismo métodos y abusos de los grupos a los que decían combatir.

“En Michoacán uno entiende que surjan grupos
así. Ahora: esos grupos espontáneos necesitan una mano de obra que no es
tan espontánea, preparada militarmente. Porque a los Templarios no se
van a enfrentar unos finqueros con palas y picas”, dice Héctor Abad
Faciolince a BBC Mundo.

Y reflexiona: “En general los anticuerpos se
parecen a la enfermedad que atacan. El anticuerpo toma la forma del
virus que tiene que atacar”.
“La impresión que uno tiene es que el gobierno deja surgir a las
autodefensas, las dejan avanzar porque es un mal menor, pero ya cuando
quiso poner un poquito de orden no pudieron, entonces ya les toca ceder
de una manera más explícita. No se, nosotros como que en estos países no
hemos sido capaces de que el Estado domine realmente los territorios.
Lo dejamos en manos de caciques antes, luego de esos grupos”.

Rupert Knox, investigador de Amnistía
Internacional le dijo a BBC Mundo que no conoce ningún ejemplo en el
mundo en el que estos grupos parapoliciales hayan llegado a buen
término.

Como dice Carlos Medina Gallego, el fenómeno
apenas está comenzando. Como reflexiona John Ackerman, tiene dentro de
sí algunos elementos que pueden ser positivos.

Sin embargo, lo que está ocurriendo en México a muchos en Colombia les despierta malos recuerdos.

Juan Carlos Pérez Salazar
BBC Mundo, Ciudad de México

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