Autoridades temen que el ébola siga camino de sida

AP

Nueva York

¿Es el ébola la peor amenaza de enfermedades
infecciosas en el mundo desde el sida?. Las comparaciones entre las dos
enfermedades morales aparecieron en los últimos meses coincidiendo con
el empeoramiento del brote de ébola. Ambas se originaron en África y
se convirtieron en una crisis sanitaria internacional. Y las dos son un
recordatorio impactante de que la lucha del hombre contra las
enfermedades infecciosas puede dar, de pronto, un giro a peor.
En
sus tres décadas en la sanidad pública, la única similar al ébola que
ha visto fue la epidemia de sida, dijo Tom Frieden, médico y director de
los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus
siglas en inglés) de Estados Unidos.
“Y ahora tenemos que
trabajar para que esto no sea el próximo sida mundial”, dijo en una
reunión con líderes económicos de todo el mundo en Washington la semana
pasada.
Pero no se espera que el ébola juegue nunca en la
misma liga que el sida en términos de contagios y muertes, dijo el
doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y
Enfermedades Infecciosas
“No hay nadie que imagine que
vayamos a ver a decenas de millones de personas infectadas con ébola”,
dijo Fauci, líder en la lucha contra el sida desde hace muchos años.

El brote de ébola de este año— el más grave de la historia— ha
matado a más de 4.500 personas en África occidental. El sida mata a más
de un millón al año en ese continente.
Ambas enfermedades
están causadas por un virus y se contagian por contacto directo con
fluidos corporales, no por el aire, pero expertos en salud dicen que
ambas pandemias tienen más cosas que las diferencian de las que las
unen.
El ébola puede ser más infeccioso que el VIH, según
Bruce Ribner, un médico implicado en el tratamiento de los cuatro
pacientes con esta enfermedad que han sido atendidos hasta el momento en
el hospital universitario Emory de Atlanta.
De hecho, un
paciente agonizante de ébola puede tener 10.000 millones de partículas
virales en una cantidad de sangre equivalente a la quinta parte de una
cuchara para café — muy lejos de las entre 50.000 y 100.000 partículas
vistas en un paciente sin tratamiento con sida. Incluso la piel de un
paciente con ébola puede estar plagada de virus, según Ribner.
Sin embargo, hay razones para ser más optimistas sobre el ébola que sobre el VIH, el virus que causa el sida.
El
ébola fue descubierto realmente antes que el VIH. Identificado por
primera vez en 1976 y nombrado por un río en Congo, el virus se ha
manifestado en África brotes periódicos desde entonces. Aunque se han
creado pruebas para su diagnóstico, el trabajo en vacunas y tratamientos
ha sido limitado y difícil.
El ébola no se convirtió en
pandemia hasta este año, cuando se multiplicó de forma inesperada en
África occidental. El rápido aumento de los casos — especialmente en
Liberia y Sierra Leona— llevó al CDC a estimar que, en el peor escenario
posible, podría haber hasta 1,4 millones de casos hasta enero solo en
esos dos países.
Pero al menos los científicos se han
apurado en la lucha contra la enfermedad. El inicio de la epidemia
de sida fue más difícil. Cuando se reportaron los primeros grupos de
casos en 1981, funcionarios de salud se enfrentaban a una enfermedad
misteriosa y sin causa conocida.
“No sabíamos que era un
virus No teníamos ni idea de lo que estaba pasando”, recuerda David
Celentano, que fue in joven investigador de sida en la década de 1980 y
ahora trabaja en la escuela de salud pública de la universidad Johns
Hopkins.
Los científicos no aislaron el VIH hasta un par de
años después. La prueba para detectarlo no estuvo disponible hasta 1985.
Sigue sin haber vacuna, pero los tratamientos han permitido a los
pacientes vivir una vida más larga y sana.
En esos primeros
años, el sida era percibido generalmente como una enfermedad que
afectaba a hombres homosexuales, a aquellos que consumían drogas por vía
intravenosa y haitianos que habían entrado recientemente en Estados
Unidos.
“Había un cierto sentido de ‘esto pasa solo en
algunos sitios y le pasa solo a ciertas personas'”, dijo el médico Wafaa
El-Sadr, un profesor de la Universidad de Columbia que de joven trató a
pacientes con el virus en Nueva York.
NO fue hasta mediados
de la década de 1980 cuando la ansiedad pública y el temor a la
enfermedad en Estados Unidos empezó a alcanzar los niveles vistos hoy
con el ébola.
En 1985, una escuela de Indiana vetó a un niños con
hemofilia llamado Ryan White porque se contagió luego de una
transfusión de sangre. Más tarde ese año, una encuesta nacional mostró
que más de la mitad de los estadounidenses estaban favor de poner en
cuarentena a los pacientes de sida y el 15% creía que la gente con
tatuajes tenía la enfermedad.
A partir de 1987, los viajeros
que daban positivo en la prueba de VIH tenían prohibido entrar en
Estados Unidos, una norma que cambió en enero de 2010.
La
ansiedad generalizada por el ébola despegó el mes pasado con el primer
caso diagnosticado en Estados Unidos, un hombre que viajó a Dallas
procedente de Liberia.
En la zona de Dallas, bajó el nivel de
asistencia a las escuelas donde había niños que se dijo habían estado en
contacto con el hombre, Thomas Eric Duncan. En el CDC, las llamadas y
correos electrónicos a la agencia sanitaria federal pasaron de unas
pocas docenas al día a más de 800, con preguntas sobre la enfermedad.
La semana pasada, cinco aeropuertos estadounidenses comenzaron a
examinar a pasajeros procedentes de África occidental.
La
respuesta internacional ha sido más rápida para el ébola que con el
sida. El programa ONUSIDA de Naciones Unidas no comenzó hasta 1995.
Algunos expertos consideran que el impulso internacional de la campaña
no se produjo hasta el 2000.
La respuesta contra el Ébola
también se ha criticado como peligrosamente lenta, pero fue mucho más
rápida que frente al sida. En el último mes – unos seis meses después
del inicio de la epidemia en África – funcionarios del Estado de los
Estados y otras naciones se han reunido para reforzar la colaboración
internacional con financiación, tropas y suministros.
Lo más
espantoso del ébola es lo rápido y la forma tan dramática en la que
mata al paciente. Entre el contagio y el fallecimiento pasan solo unas
semanas.
Esto es diferente del VIH: Una personas infectada
por este virus puede no presentar síntomas durante años y puede pasar
una década hasta que un paciente que no reciba tratamiento muera por la
enfermedad. Esto supone que alguien que la hay contraído puede
transmitirlo sin saberlo durante años.
El VIH es
“traicionero”, dijo James Curran, decano de la escuela de salud pública
de la Universidad de Emory y ex director del grupo de trabajo del CDC
contra el sida a mediados de la década de 1980.

La
velocidad con que actúa el ébola es más aterradora. Pero permite también
que se puedan identificar y aislar los casos, y rastrear y vigilar a
quienes estuvieron en contacto con enfermos antes de que puedan seguir
dispersando el virus. “Esto nos da potencialmente, una vía para combatir
la epidemia”, dijo Curran.

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